Viajar sola tal vez sea uno de los compromisos mas importante que he asumido conmigo misma.
Viajar sola significa ser más responsable que nunca, ser prudente, abrir todos los sentidos, observar todo, todo lo que el campo visual nos proporciona.
Por mas que el mundo avance y viva en occidente, viajar como mujer nunca será lo mismo que como hombre.
No podemos equipararlo ni decir que hay igualdad.
Y como no podemos cerrar nuestros ojos a esta realidad, hay que aceptar que los riesgos no son mas o son menos, esto no es una competencia, sino que simplemente es diferente y hay que verlo con otra óptica, con otra perspectiva, valorando cada uno de los pasos para que al final el resultado sea el esperado.
Alguna vez leí que los viajes tienen tres momentos, por eso son experiencias tan enriquecedoras.
El primer momento es la planificación, definir el destino, las fechas, el tipo de viaje, etcétera.
El segundo momento es cuando ese viaje comienza y se convierte en una realidad.
El tercero es el recuerdo, ese que siempre queda. Con los años vamos teniendo diferentes perspectivas sobre esa aventura pero la experiencia queda intacta.
Por estos y otros motivos, siempre he intentado cuidar cada detalle de mis viajes.
Estos viajes me han hecho sentir plena libertad; soy yo la única que tiene que decidir cada paso que doy, si voy a un museo o no, si me meto en un bar, si dedico mas presupuesto a sentarme en una terraza que para mi lo amerita… o no.
No tengo que conciliar decisiones con nadie mas que conmigo misma. Por lo contrario, los riesgos también son todos míos y los tengo que saber gestionar.
Interesante enfoque y muy inspirador ✈️?
Sin lugar a dudas Lorenzo! Creo que representa bien el sentir de muchas mujeres que se lanzan a la aventura.