El amor no entiende de fronteras.
Inga Rasmussen tiene 85 años y vive en Gallehus, una ciudad danesa ubicada a siete kilómetros de la frontera con Alemania.
Karsten Tüchsen Hansen tiene 89 años y también vive a siete kilómetros de la frontera, pero del otro lado, en el pueblo Alemán de Süderlügum.
Viudos ambos, se conocieron hace un par de años en un viaje para personas de la tercera edad y desde entonces han pasado casi todos los días juntos.
Pero el 13 de marzo de 2020, Dinamarca y Alemania cerraron sus fronteras a causa del brote de Coronavirus.
El Espacio Schengen europeo, que en circunstancias normales permite viajar sin restricciones a lo largo de gran parte del continente, se vió obligado a bloquear las fronteras entre naciones, en algunos casos por primera vez en 25 años.
Fue entonces cuando Inga y Karsten tuvieron que encontrar formas creativas para estar juntos y mantener viva su relación a pesar de la pandemia.
Y justamente esto fue lo que que los convirtió en celebridades locales y lo que me llamó a compartir esta historia.

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Desde el cierre de fronteras, la señora Rasmussen conduce su automóvil todos los días hasta la frontera Alemana mientras que el señor Hansen viaja en bicicleta hasta la frontera con Dinamarca.
En ese punto se encuentran cada día para charlar y compartir una bebida, sentados en reposeras a una distancia segura, uno de cada lado de la valla.
La pareja de enamorados se hizo popular luego de que el alcalde de la localidad fronteriza de Tonder los sorprendiera, durante un paseo en bicicleta, en una de estas citas que registró en una fotografía y compartió en su cuenta de Facebook.
La pareja octogenaria, seguramente como tú y como yo, dice tener planes de viajar una vez termine la crisis sanitaria.
Quizás esta historia sea pequeña como para ser parte de la obra de García Márquez pero sí alcanza para representar la resiliencia, esa capacidad que tenemos los seres humanos de sobreponernos a las adversidades.
Eso sí, el motor por excelencia es el amor.
– ¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? – Le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.
– Toda la vida – dijo.
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA – GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ